Los 10 mejores fármacos analgésicos (para reducir el dolor)

De acuerdo a la International Association for the Study of Pain (IASP), el mal es una experiencia sensorial y emocional desapacible asociada con una lesión hística (esto es, en un tejido de nuestro cuerpo) real o potencial. De todas maneras, pese a que todos sepamos qué es y qué se siente con él, determinar precisamente el mal es difícil.

Sea como sea, lo que está claro es que en países como España, el conjunto farmacológico de los calmantes es uno de los de mayor consumo. Y sucede que por desgracia, muchas son las personas que, por diferentes trastornos, viven con dolor crónico. Y asimismo son muchas las que experimentan mal agudo por diferentes situaciones.

Dolor de cabeza, de estómago, de huesos, de articulaciones, de músculos… Podemos experimentar mal en muchas partes diferentes de nuestro cuerpo. Y es aquí donde el consumo de algún medicamento analgésico se convierte en una oportunidad. Pero, de entre toda la oferta, ¿cuál es el más destacable?

No hay un analgésico especial ni universal. Cada uno de ellos tiene sus ventajas y riesgos y está sugerido para el régimen de un mal concreto. Así, en el artículo de hoy y recordando que, a pesar de que nosotros podemos dar indicaciones y consejos en general, lo destacado es que consultes con un médico, veremos cuáles son los medicamentos analgésicos más frecuentes.

Índice
  1. ¿Cuáles son los medicamentos contra el dolor más frecuentes?
  2. 1. Analgésicos antitérmicos
  3. 2. Analgésicos antiinflamatorios
  4. 3. Analgésicos opioides

¿Cuáles son los medicamentos contra el dolor más frecuentes?

Los analgésicos primarios son esos fármacos que tienen como efecto farmacológico primordial, por medio de su principio activo, el aliviamiento o supresión del mal. Se trata de fármacos de amplio espectro, esto es, útiles contra diferentes géneros de mal. Pero cada uno de ellos tiene sus particularidades.

Por norma establecida, los fármacos calmantes se dividen en tres grupos: antitérmicos, antiinflamatorios y opioides. Vamos a ver cuáles son los más habituales dentro de todos los tipos, sus consejos de empleo, sus ventajas y sus efectos secundarios adversos. Empecemos.

1. Analgésicos antitérmicos

Los medicamentos antitérmicos o antipiréticos son esos que, tras ser administrados, adormecen el centro hipotalámico, cosa que se traduce en una bajada generalizada de la temperatura. Así pues, son fármacos útiles para bajar la fiebre en el momento en que esta está sobre los 38,9 °C.

1.1. Paracetamol

Y uno de los (si no el que mucho más) medicamentos calmantes más populares es el paracetamol. Este medicamento, además de ser la opción mejor para achicar la fiebre, también tiene efectos calmantes. De hecho, el paracetamol es el fármaco más utilizado para reducir el dolor ya que es efectivo en la inmensa mayoría de casos y muestra pocos resultados consecutivos. No posee acción antiinflamatoria, pero sí que alivia el mal.

En lo que a acción analgésica tiene relación, el paracetamol inhabilita la síntesis y liberación de prostaglandinas, unas moléculas producidas en el sistema nervioso y que impulsan la transmisión de los impulsos eléctricos asociados al mal. Esto se traduce de forma directa en una disminución de la sensación de mal.

No muestra efectos secundarios comunes (ni siquiera poco usuales), sino más bien de manera directa extraños, mostrándose en 1 de cada 10.000 personas. Estos, en el caso de que aparezcan, consisten en hipotensión, malestar general, náuseas, vómitos, cansancio… Pero dentro del inseparable riesgo de cualquier medicamento, es la opción mejor. Así pues, si con paracetamol podemos achicar el dolor, no habría que recurrir a ningún otro.

1.2. Nolotil

El Nolotil forma parte del grupo farmacológico de “Otros Analgésicos y antipiréticos”, pero decidimos hablar de él en este capítulo porque antiinflamatorio no es y opioide tampoco. El Metamizol, comercializado como Nolotil, es un analgésico que, en dependencia del país, puede conseguirse con o sin receta.

Es mucho más efectivo para la reducción del mal que el paracetamol, pero sus resultados consecutivos son mucho más usuales y, de forma frecuente, graves. Por este motivo, un médico solo recomendará su administración caso de que el paracetamol no haya funcionado o el dolor sea bastante profundo. Es más, en países como USA, Suecia o El país nipón, su venta está prohibida. Así pues, a no ser que un médico lo recomiende, deberíamos dejar el Nolotil a un lado.

2. Analgésicos antiinflamatorios

Los medicamentos antiinflamatorios son esos que, aparte de bloquear asimismo la síntesis de prostaglandinas y aliviar la experimentación de mal, dismuyen la inflamación que haya en cualquier órgano o tejido del cuerpo. Hay que tener en consideración, eso sí, que hasta un 20% de la gente que los toman muestran efectos secundarios adversos a nivel estomacal. Sea como sea, estos son los analgésicos antiinflamatorios más usuales.

2.1. Ibuprofeno

Sin duda, uno de los medicamentos rey. El ibuprofeno, aparte de sus efectos antiinflamatorios y antipiréticos, es útil para aliviar el dolor, especialmente los de cabeza, los menstruales y los que brotan tras una lesión deportiva o un golpe. De todos modos, recordemos que la primera opción debería ser el paracetamol.

Y es que siendo dañino para el epitelio gástrico, el ibuprofeno provoca problemas estomacales en 1 de cada 10 personas que lo toman. Más allá de ser un medicamento tan habitual, nunca debemos realizar excesos con él y siempre y en todo momento tenemos que respetar sus condiciones de uso. Así, si el paracetamol no ha funcionado, esta sería nuestra segunda opción.

2.2. Aspirina

La aspirina ha ido perdiendo popularidad puesto que, a pesar de que en el transcurso de un tiempo fue la mejor opción para achicar el dolor, la fiebre y la inflamación, la irrupción del paracetamol y el ibuprofeno hizo que, al presentar estos menos contraindicaciones y resultados consecutivos, su consumo se redujese bastante. A día de hoy, se reserva para calmar los dolores dentales, menstruales, de espalda y, en especial, los de cabeza mucho más agudos.

Hay que recordar también que los pequeños menores de 16 años no tienen la posibilidad de tomar aspirina bajo ninguna circunstancia y que 1 de cada 10 personas que la toman experimentan dolores abdominales y otros efectos adversos. Así pues, el ácido acetilsalicílico es una opción, pero en general una secundaria o aplicable a situaciones específicas.

2.3. Celecoxib

El celecoxib es un fármaco antiinflamatorio que se usa por sus efectos calmantes en el aliviamiento de los dolores vinculados a traumatismos, lesiones, artrosis y menstruación. Se trata del analgésico más reciente, presenta una alta eficiencia y, además de esto, un peligro mucho más bajo de sufrir resultados consecutivos que otros antiinflamatorios.

Entonces, ¿por qué no es más habitual? Por ahora, el problema es que, siendo una novedad, es considerablemente más caro que el ibuprofeno o el paracetamol. Pero seguro que, en el momento en que los costes se rebajen, se transforma en entre los fármacos analgésicos mucho más populares.

2.4. Diclofenaco

El diclofenaco es un fármaco antiinflamatorio que se frecuenta utilizar en su papel como analgésico para aliviar el mal de la artrosis, la regla y la jaqueca. Se puede destacar, no obstante, que a pesar de que sea útil para aliviar esta migraña, no sirve ni para prevenirla ni para tratar otros géneros de dolores de cabeza. Un fármaco útil en contextos concretos y siempre y en todo momento bajo recomendación de un médico.

2.5. Enantyum

El enantyum es, indudablemente, uno de los medicamentos antiinflamatorios más potentes. Por eso jamás se logre tomar por cuenta propia. Se reserva para calmar el dolor agudo en el postoperatorio tras una intervención quirúrgica o para casos muy graves de mal de espalda, musculares o por traumatismos que no pueden paliarse con otros calmantes. No se administra en pacientes con dolor crónico, ya que su tiempo de administración debe ser cortísimo, nunca superior a una semana.

2.6. Naproxeno

El naproxeno es un fármaco antiinflamatorio que, en su papel como analgésico, se acostumbra recetar para calmar el dolor de la artritis, la artrosis, la migraña, la tendinitis y la bursitis, que es una inflamación del saco lleno de líquido que, en las articulaciones, se utiliza para amortiguar los golpes. Hay que tener en cuenta que unicamente se administra en estos casos, pero no en situaciones de dolores leves.

3. Analgésicos opioides

Dejamos los fármacos “para todos y cada uno de los públicos” y nos centramos en los opioides, esos que, una vez administrados, actúan sobre los receptores opioides del sistema inquieto, alterando el modo en el que el cerebro trata la sensación de dolor. Generan adicción (son drogas), con lo que su administración se reserva para casos inusuales. Observemos los 2 más frecuentes.

3.1. Morfina

El analgésico opioide por excelencia. La morfina es una potente sustancia opiácea que se emplea con relativa frecuencia en el campo clínico para el tratamiento del mal de moderado a fuerte. A nivel químico, es el alcaloide que se encuentra en mayor porcentaje en el opio, un extracto de la exudación lechosa y blanca que se consigue de las cápsulas de la amapola.

Al tratarse de una substancia narcótica muy fuerte que, además de esto, genera una intensa adicción química, la morfina solo se receta para aliviar un mal grave que no puede ser aliviado ni con antipiréticos ni con antiinflamatorios. Por su poder adictivo (la dependencia frecuenta surgir tras 1-2 semanas e incluso hay situaciones en los que aparece a los 3 días), solo se aconseja cuando sea de extrema necesidad y no haya opción alternativa.

3.2. Tramadol

El tramadol es otro opioide que, eso sí, tiene una afinidad hacia los receptores opioides unas 6.000 veces menor a la de la morfina. De ahí que no sea tan efectivo pero tampoco tan adictivo. De la misma la morfina, tiene actividad sedante, pero este se recomienda para aliviar el mal postoperatorio o el relacionado a la osteoartritis que sea suficientemente intenso para no poder ser aliviado con otros fármacos que vimos anteriormente.

En lo que a resultados consecutivos tiene relación, hay menos riesgo de depresión respiratoria y de dependencia química que con la morfina, pero no hace daños gástricos ni cardiovasculares, por lo que, además de ser útil en el momento en que otros medicamentos no marchan, es una alternativa segura (en el hecho de que sea un opiáceo) para personas que presentan intolerancia a los antiinflamatorios.

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