Los 6 tipos de culpa y sus efectos emocionales
Los seres humanos somos animales sociales y sentimentales, algo que se prueba en nuestra capacidad de empatía. A través de esta habilidad, que no es exclusiva de nuestra especie, nos tenemos la posibilidad de poner en el sitio de otra gente, comprendiendo cómo se sienten.
Pero con la empatía también viene la capacidad de sentir culpa, emoción que acostumbra surgir en el momento en que, tras haber dicho o hecho algo dañino, nos arrepentimos y empezamos a sentirnos mal porque entendemos que les hemos causado daño a otra persona, si bien no quisiéramos.
Existen múltiples tipos de culpa según cuál es su causa y de qué forma nos afecta a nivel sensible, tipologías que observaremos más intensamente ahora.
Los primordiales tipos de culpa (clasificados)
La culpa es un sentimiento humano que, más allá de ser desagradable, forma sin lugar a dudas una parte de nuestro ser. Son muchas las cosas que nos pueden despertar el sentimiento de culpabilidad, en ocasiones reales y en otras producto de sospechas e ideas inmotivadas. Hay personas que pueden llegar a sentir culpa pues algo dentro suyo les afirma que están haciendo las cosas mal, a pesar de no tener un motivo propósito para creerlo.
Pero, ¿por qué sentimos culpa? La culpa (valga la redundancia) es de nuestra empatía. Las personas somos animales sociales y sentimentales. A lo largo de nuestras vidas vamos pasando por todo un desarrollo madurativo en el cual aprendemos a sentir y manejar todo tipo de conmuevas, permitiéndonos regular tanto nuestros estados internos como entenderlos y saber observarlos en otras personas.
La empatía es aquello que nos deja entender a el resto, siendo un aspecto fundamental para nuestra vida popular. Entendiendo de qué forma se sienten otras personas somos capaces de establecer nudos profundos, aparte de saber de qué manera tener relaciones con ellas. Por servirnos de un ejemplo, si observamos a alguien triste es muy normal que procuremos apoyarla, animarla emotivamente. En cambio, si la observamos de mal humor posiblemente evitemos relacionarnos con ella en ese momento, ya que no es el adecuado.
Pero a pesar de que procuramos tratar a los demás de la forma mucho más apropiada y prosocial viable, en ocasiones no lo hacemos. Así sea porque estamos de mal humor o no somos conscientes de lo que hacemos y decimos, puede suceder que nuestras acciones hagan daño a el resto. Es posible que sea hostilidad, agresividad o, simplemente, descuido, pero con independencia de lo que haya sido hemos lastimado las conmuevas de alguien. En ese momento nuestra aptitud de empatía nos hace sentir de qué manera se siente la otra persona y, a consecuencia de ello, hace aparición el sentimiento de culpa.
1. La culpa sana y la culpa neurótica
Podemos decir que hay 2 tipos primordiales de culpa según si la causa que la hace es de forma fácil identificable o no. Las ideas de culpa sana y culpa neurótica beben mucho de las proposición psicoanalíticas, estando presentes en el desarrollo de las primeras teorías psicológicas modernas.
1.1. La culpa sana
Empezamos hablando de la culpa “sana”, aquella que tenemos la posibilidad de sentir de manera mucho más diaria. Es el tipo de culpa que aparece tras sentir que se hizo daño a alguien y que, por ende, tiene una causa de forma fácil identificable. Es el arrepentimiento que se siente en el momento en que hemos dicho o hecho algo que, después, nuestra empatía nos ha hecho ver que estaba mal hacerlo.
Es esa empatía la que nos empuja a reparar el daño y eludir que vuelva a suceder. Es en esta idea donde podemos consultar la funcionalidad de la culpa desde una perspectiva evolucionista, motivándonos a establecer formas de proceder compensatorias, hábitos prosociales para corregir los errores que han dañado nuestras relaciones sociales.
Acostumbra venir acompañada de intentos de prevención y reparación de lo que se ha hecho, puesto que la persona sabe que se siente mal porque ha hecho algo malo, que la compromiso emocional recae sobre ella y tiene la obligación moral de arreglar la situación, si bien sea con una mera disculpa.
No obstante, a veces no hay la oportunidad de arreglar el daño. Esto puede ser un problema, ya que el trabajo de elaboración de la culpa puede hacer que estos sentimientos se conviertan en culpa persecutoria, y la imposibilidad de reparación o elaboración puede llevarnos a la búsqueda de un castigo a modo de exculpación, un accionar masoquista que puede agravar nuestro estado psicológico.
1.2. La culpa neurótica
Desde una visión psicoanalítica se charla de culpa neurótica en el momento en que los sentimientos asociados a la culpa no semejan estar conectados con ninguna realidad causante. A pesar de no conocerse la causa del sentimiento de culpa, la verdad es que la responsabilidad se prosigue sintiendo con apariencia de una pesada carga que acompaña a quien se siente culpable de forma constante.
Como no se sabe de dónde viene esa culpa, la persona tiene realmente difícil deshacerse de esta emoción mediante comportamientos compensatorios. ¿A quién hizo daño? ¿Qué hizo? ¿Se puede solucionar? Estas preguntas no reciben respuesta, pero se prosigue sintiendo culpable y su historia puede transformarse en una pesadilla.
También puede ocurrir que sí sepa cuál es la causa de su responsabilidad, pero no haya forma humana de compensar nada porque se siente mal por algo que logró anteriormente más recóndito de su vida, esto es la infancia. De pequeños hacemos cosas que, de adultos, sabemos que no están bien y que, a pesar de que sabemos de que los niños son inconscientes de sus actos, nos sentimos mal por aquellas chiquilladas que, aunque inocentes, provocaron mal a otra gente como nuestros progenitores o hermanos.
2. Tipos de culpa según la causa
Ahora que hemos comentado las dos principales modalidades de culpa según si la causa es identificable o, por el contrario, está muy esconde en las capas del inconsciente de aquella persona que se siente culpable. Ahora, vamos a ver los 4 géneros de culpa primordiales según aquello concreto que las hace, comentando asimismo las emociones implicadas.
2.1. Culpa por no impedir apropiadamente
En este tipo de culpa quien se siente culpable desearía haber podido evitar las circunstancias así como sucedieron, pero no pudo.
Por ello se siente muy responsable de las cosas que ocurrieron, tanto que se responsabiliza de problemas que no dependían de él realmente y que, en consecuencia, no tuvo en ningún instante la capacidad de solucionar o eludir.
Es la culpa caracteristica de un locus interno de identidad y produce mucha ansiedad, frustración, depresión y sentimiento de descontrol en su vida.
2.2. Culpa por asuntos sin resolver
Es el sentimiento de culpa surgido a partir de asuntos que se considera que todavía no se pudieron solucionar y que no cree que resulte posible hallarles solución alguna.
Es la culpa típica que padecen varias personas a lo largo del duelo por la pérdida de un individuo cercano, sintiendo que hubo temas pendientes y que la muerte impidió cerrarlos, enfados y peleas que todavía no habían sido zanjadas con un sincero y satisfactorio “lo siento”.
También es esta la culpa que se siente por no ser bastante amable y cariñoso con aquella persona que no está. La persona se arrepiente bastante de no haber dado mucho más besos, abrazos, muestras de cariño para probar lo bastante que deseaba a esa persona que la desaparición ha arrebatado de su lado. Todo ello trae consigo mucha tristeza, melancolía y frustración.
2.3. Culpa por sentir que no cumple con las expectativas
Esta es la culpa que sienten muchas personas criadas en ámbitos en donde se ponía el listón altísimo. Todo el planeta quiere cumplir unas expectativas, pero su nivel de conexión con la verdad les hace ser conscientes de que hay ciertas cosas que no se tienen la posibilidad de conseguir así sea por falta de talento o porque, sencillamente, no se tiene la posibilidad de tener todo en esta vida.
Tristemente, hay personas que se exigen bastante a sí mismas, demasiado. Con tal de agradar los deseos de sus progenitores exigentes sienten que tienen que cumplir con todo y más, pero no pueden y eso les hace mucha frustración. Se preocupan al rechazo, a la decepción ajena y, como no consiguieron todo cuanto deseaban, se sienten unos fracasados.
2.4. Culpa por temor a rehacer la vida
Otra de las culpas asociadas al desafío es la del temor por rehacer la vida. Tanto si se ha perdido a alguien porque ha fallecido como si se ha roto con él o ella, muchas personas se sienten culpables por gozar de la vida después de que sucediese el desenlace de la relación. Piensan que no tienen derecho a rehacer su vida o que, en caso de llevarlo a cabo, es tal y como si traicionaran a esa persona.
Formas de proceder tan positivas y terapéuticas como reír, sentir felicidad y gozo por tener un buen día, quedar con otras personas pueden verlas como algo no apto, algo que les va a hacer olvidar el tiempo tan bueno que pasaron con quien por el momento no está. Estas opiniones son propias de una persona que tiene un término muy restrictivo del amor.
¿Y cómo hacer desaparecer la culpa?
Los motivos detrás de nuestro sentimiento de culpa pueden ser muy variados. Aquello que nos hace sentir remordimientos puede ser realmente variado, lo cual supone distintas posibilidades de solución. A veces, es imposible eliminar por completo este sentimiento pero sí manejarlo y, al menos, desde una perspectiva mucho más racional, entender que se ha hecho todo cuanto se encontraba en nuestra mano para lograr corregir el daño que hemos (o creemos) que hicimos.
Reparación
Por reparación hablamos de la serie de acciones enfocadas en arreglar la realidad que hemos perturbado. En otras palabras, consiste en procurar mitigar el daño que pensamos que hemos producido, en forma de actos o en expresiones, a otras personas.
Para esto nos valemos de hábitos compensatorios de todo tipo, como pueden ser soliciar disculpas a los afectados, pagar aquello que hayamos roto o llevar a cabo favores personales a aquella persona o personas que han sentido algún género de malestar por nuestra culpa. Con el pasar de los años, nuestro sentimiento de culpa va a ir reduciéndose.
Elaboración
La elaboración es el fenómeno radica en el trabajo psicológico que hace nuestra cabeza, razonando, entendiendo, recordando y buscando las relaciones entre los pensamientos que nos abruman y nos causan estos sentimientos. Esta estrategia de reducción de la culpa tiene por propósito el de transformar paulativamente la experiencia desagradable de la culpabilidad en una experiencia de desarrollo y maduración, que nos lleve a convertir este sentimiento en uno menos lamentable.
El trabajo de elaboración es esencial en toda consulta sicológica. El sentimiento de culpa, tanto con causa identificable como en el momento en que no está tan clara, puede ser un problema para su salud psicológica y por este motivo debe trabajarse en la consulta como un síntoma mucho más. Ayudando al tolerante a realizar sobre su culpa se podrá conseguir un alivio mucho más veloz, además de estudiar de aquello que la provocó.
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